19 de mayo de 2007

La Contraparte


¿Cuántas veces hemos engañado? ¿Una, dos, cinco, diez, mil veces? Cojo el Aristos que está en el estante, el cual aún tiene pegado en su tapa el coloquial sticker con el nombre, ramo y curso (5to, 6to y 7mo). Busco y encuentro “falta de verdad en lo que se dice, hace, cree o piensa”.

Yo no creo, dudo mucho que pueda funcionar. Nunca me ha pasado, por algo ya no estoy con las personas que en algún momento estuve. Nunca es lo mismo, el engaño puede ser muy fuerte, matarte. Y yo lo siento, para mi no fue nada… por ende completamente evitable, pero cómo lo dices, qué es lo que haces para que la contraparte piense lo mismo que tú, claro para ti es fácil, tú no eres el engañado. Ese sentimiento de culpa es inevitable. Esa sensación de que, independiente como tú lo veas, haz dolido a alguien y, mucho más, haz decepcionado. Luego viene el arrepentimiento y la voz aguda que implora y pide a gritos una segunda oportunidad, que ahora sí que sí, que esta vez no falla… los “nunca más”. La contraparte enmudece y con rabia y pena escapa con un halo de soledad… pero vuelve, la contraparte siempre vuelve. La contraparte cree en esos “nunca más” o, bien, opta por hacerlo. No queda otra, nadie gana sin un riesgo. Sin embargo, ¿se podrá ganar? Pero quién no ha engañado, si las personas no son perfectas menos lo serán sus relaciones. Si es casi lógico. Pero cómo se vive una relación después del engaño. Ahora mismo me encuentro escribiendo esto con una sensación de traición en la garganta. Mal que mal uno ha sido engañador, pero también engañado e, ineludiblemente, uno no puede dejar de pensar en eso. El engañado perdona pero no olvida, quién olvida. Y, querámoslo o no, todo recuerdo lleva adherido, definidamente, un sentimiento. Es cómo si sintiéramos todo el tiempo nuestras ropas, de la forma en que cada pelo está siendo cubierto con una tela, a ratos, áspera. Perturbador, estresante. No se puede vivir cargando una emoción de desagrado, puedes controlarlo pero en algún momento, cuando menos lo esperes, va a fluir y te quemará nuevamente el cuerpo. No creo en las relaciones perfectas, pero sí creo que uno puede vivir sin engaños. He querido hacer una encuesta, saber, de todas la parejas que presentan compromisos formales (sean convivientes o matrimonios), si alguna vez han incurrido en algún engaño, tanto en las etapas formales como informales de la relación. Recuerdo, ya hace algunos años, a quien me dijera que una vez engañó a su pareja. No recuerdo si acaso ésta lo sabe, pero hoy se encuentran felizmente casados. Y si ésta sabía, y pudo generar, a partir de la traición, una relación sana y tranquila, se puede. Bueno aunque científicamente hablando, mi muestra es bastante pequeña por lo tanto presenta un nivel de confianza, más bien bajo. Pensaba en preguntarles a mis padres si alguna vez se habían engañado. También pensé en fabricar una encuesta y salir a las calles con la inquietud. Luego recordé que la gente miente y que incurriría en un gran sesgo al tomar esta opción. Mas quiero hacerlo, quiero probar la hipótesis de que se podría generar una buena relación sobre el engaño. De repente gano y me quedo con quien creo que puedo estar toda la vida. Y si pierdo… y si pierdo me quedaré observando como, una vez más, se escurre, como agua, un sueño entre mis dedos.

T E I N V I T O

Al desconcierto de un camino amplio y a la aventura de andar a pies descalzos