20 de noviembre de 2007

La Entrega.




Partiré con lo siguiente. ¿Desde cuándo? No había percatado ese dejo tan pasivo y tan disimuladamente oculto. Cuando creía yo que andaba todo bien y que la salud emocional correteaba entre mis dedos sin atisbos de tocar el suelo. Sin embargo, cuando menos se espera, reparas en lo lejana ya que estás de lo importante y que sigues merodeando lo intrascendente. Y recuerdas.

Ya van once meses y no esperaré el doceavo para decir que fue muy poco lo que di, por no decir que entregué nada. Ni siquiera a ti que me lo diste todo, que no vacilaste nunca en cuánto conferías y que disponías a cambiarme el mundo, ni siquiera a ti. Tampoco tú, pero es menor lamento éste puesto que de haberte entregado algo hubiese querido encontrar la forma de quitártelo igual. O tú, que quizás pude pero no concreté ensueño. Aún a quien llorara suplicándome que por favor no me pasara nada, mientras devastada yacía en el sofá prometiéndole que jamás esto volvería a suceder… ni siquiera en eso di algo. Siento que ha sido tiempo de engaños, de robos, de placeres y un sinfín de vacíos. Preguntándome a ratos si acaso he dado algo, si entregado parte de mi. Y recuerdo... a ella. Yo iba a cambiar el mundo por ella. Cada vez que pude le bajaba una estrella y la enredaba en su pelo para que riera. Ella que mereció elogios de cuantos, el silencio de mis padres y un anillo en su dedo. Ella que, pensara yo, bajaba del cielo. Y mi inquieto recuerdo repara en que han pasado dos años y a nadie más le di algo. Primer vacío penetrando en esta vida desolada. Pero es que la entrega cuesta. No es fácil dar la vida por alguien, si al mirar atrás te preguntas de qué sirvió que alguien la diera por ti.

La entrega. La entrega primera, segunda, tercera, esta entrega sin fin. Esta entrega que puedes ser hasta natural. Siendo energía lo que originó todo esto y siendo la misma hasta nuestros tiempos… debiese haber un reflejo, una emanación, una disipación. ¿Por qué no la tengo? ¿Por qué ha de ser tan limitado este pensamiento? ¡Si hasta ahora me veo tragando el consuelo de lo que no quiero tener! Que no se malentienda mi ánimo. No estoy tan mal. Pero llega el momento cuando ya todo se te dio y en donde jamás vimos de ti y se viene un ¿Ya, pero qué pasa contigo? Y sucede el engaño, engaño que se originó por ti misma en donde buscabas ofuscada un lugar venidero, un cigarro, un whisky. Y divagas en pesadumbre, en mantenerte al margen de todo y decaer. Piensas que cualquier pasado fue mejor y qué quizás la fortuna tiene rostro de mujer.

Mas en esta búsqueda desacertada de situaciones reparo en el amor. En este caprichoso deleite que contiene éxitos y desventuras, conlleva fracasos y dichas. Concepto que lleva a formular, quizás, una vida. Luego, la entrega debe llevar arraigada una pasión, desenfrenada, enloquecida y, por sobretodo, muy amada. ¿Y es acaso esto último lo que llevo esperando estos últimos dos años? Y no será esto lo mejor de mi, pero ¡ay, de mi, que me está pasando! Lo siento en el tiempo, en el respirar del aire y casi desvarío por encontrarlo. Sucede que hay energía en demasía acumulada y ya siento que es hora de quitarla. No hay más de mi en lo que por ahora respecta, quedando en claro que hice lo posible… en esta primera entrega.

T E I N V I T O

Al desconcierto de un camino amplio y a la aventura de andar a pies descalzos