24 de marzo de 2007

Hoy es un buen día para morir


17:30, Av. Grecia con Maratón y se veían en ambas direcciones, un desfile de poleras con diferentes imágenes de la película The Wall, fotografías de Roger Waters, tanto del 2002 como la oficial de este concierto, y con el mítico logo de la pirámide del The Dark Side of The Moon, en todos sus colores, formas y estilos. Todos fanáticos con la idea de ver al genio fundador (que no se nos olvide Syd) de una de las bandas de rock progresivo más importante de todos los tiempos. Ya llegando a Pedro de Valdivia se asoma la última persona que hace la fila para ingresar a cancha, aún las puertas cerradas y como música de fondo, la prueba de sonido de Shine on you crazy diamond. Aún temprano para ingresar al Estadio Nacional, nos dispusimos con nuestra tropa de gruppies (quienes viajamos en la parte de atrás de un camión desde Valpo., con colchones en el piso, pititos y toda la onda de un viaje típico de los ’70), a refrescarnos del calor santiaguino en la típica plazuela de los edificios tipo block. 19:00, luego de saciar la sed, introducirse ciertas sustancias ilegales (pero de las más sanas) y pasar por dos controles de seguridad, logramos ingresar a la cancha del estadio. Cerca de 45 mil personas (según lo que leí en el diario), dos pantallas que no lograban capturar en su totalidad el escenario, cuya escenografía era una imagen ambientada en los años ‘40, junto con una radio de la época, una botella de whiskey y un vaso. La calidad de la imagen hacía cuestionar si era o no real el avión de la segunda guerra mundial, colocado en el extremo superior derecho del escenario. 21:00, casi cronométrico, parte Roger Waters. Una mano tomando un cigarro aparece en escena, y realizo la imagen tridimensional de la pantalla del escenario que será compañía toda la jornada. In the Flesh?, abre el concierto junto con fuegos artificiales y sonido envolvente que te hacían inserto en el mejor de los parlantes, coreando las canciones mientras todo el público formaba la cruz de los martillos con los brazos, emulando la película The Wall. La niña de no más de 16 años le comenta a su novio “esta intro es re-larga, tenemos pa’ rato”. Ella no pesaba ni el detalle de cada acorde ni el significado de Shine on you Crazy Diamond, dedicado al diamante loco, Syd Barret, con imágenes de los años ’60, en colores amarillos y rojos. Waters hipnotiza a la audiencia con temas de sus álbumes como solista, destacando el sello que le otorga a cada una de sus creaciones musicales. Temas del álbum The Final Cut (último disco grabado junto a Pink Floyd) rememoran épocas de la segunda guerra mundial. En The Fletcher Memorial Home aparecen imágenes de Saddam, Bush, Reagan y Stalin, donde en la última frase del tema “now the final solution can be applied”, cita al último dictador con “la muerte resuelve problemas, sin hombres no hay problemas”. Termina la primera parte del recital con el cerdo mítico del álbum Animals, el cual volaba en el sector de los más privilegiados del Nacional, al son del tema Sheep. Frases con toda una crítica social como "Socialismo al servicio de las S.A.", "Va a nevar en el espacio, la NASA no lo sabe", "Víctor Jara no calla", "Push Bush como la muralla", "Sorpresa en la democracia: la basura sale a flote", escritas por los poetas chilenos Nicanor Parra, Diego Maquieira y Elicura Chihuailaf. Se desprenden las amarras del cerdo y se vislumbra en su estómago un “al fin libre”, mientras el Estadio se estremecía frenético, con los ojos apuntando al animal inflable que volaba ya a distancias siderales. “Volvemos en 15 minutos” explica Waters, al terminar su primera parte del recital. “Yo voy a ir a buscar a la Choti” me dice la Negra con la angustia de fumarse un caño hace rato. “Yo no me muevo de acá ni cagando” le contestó, desde mi ubicación, como pocas, privilegiada, puesto que veía el escenario en casi su plenitud (de cancha era esta visual la máxima que uno podía percibir). “Puedes fumar marihuana toda la vida, esto puede que te pase sólo una vez” explico en mi condición más fan que brotaba en esos momentos. 22:15, comienza The Dark Side of the Moon, álbum que coloca nombre a esta gira psicodélica. Comienzan las luces dignas de un recital a la altura de Waters, con proyecciones de una luna llena que iba eclipsándose poco a poco. El álbum fue tocado como una obra clásica, con arreglos imperceptibles donde el guitarrista y voz Dave Kilminister se destacó al hacer las partes de David Gilmour. El público coreó de principio a fin esta obra maestra, la cual no posee cortes, por lo que te hace sucumbir en un estado de éxtasis y alucinación (bueno, en una la Negra le pide un pito a los que estaban un poco más atrás, “estamos escuchando el Dark Side, nadie te va a negar un caño!” fue la frase para convencerla de que nos auspiciaran toda la noche) la cual deleitó a todo el Nacional con una proyección de láser que van formando la pirámide con la incidencia de un rayo blanco y el arcoiris. El deslumbramiento perdura hasta el último acorde que efectúa Waters al término de Eclipse. La gente vitorea al ídolo pidiéndole que no se vaya, que por favor toque una más. Yo, satisfecha y con una sensación de plenitud, iba dispuesta a retirarme del Nacional cuando comienza el ENCORE. Waters tocó principalmente temas del álbum The Wall iniciando The Happiest Days of our Lives seguido de Another Brick in the Wall (Part II) donde Waters, con un español que podría haber sido mucho peor, presenta a los niños del Colegio "Víctor Domingo Silva", quienes ejecutan un esquema bien escueto y corean el himno we don´t need no education, llevando poleras con la frase “el miedo construye murallas”. Luego vino Vera, Bring the Boys Back Home, finalizando con el destacado Confortably Numb, el cual dio clausura, con fuegos artificiales y sonidos de bombas, al recital más esperado por los floydianos. Se prenden las luces y con una dicha infinita, me dispongo a encontrar a mis amigos. Seguimos en dirección al camión y realizo que nos iremos cagados de frío atrás del vehículo. “Vamos a morir de hiportemia acá atrás”, le comento al Ernesto, “no importa” responde. “Este es un buen día para morir”.

T E I N V I T O

Al desconcierto de un camino amplio y a la aventura de andar a pies descalzos